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martes, 30 de abril de 2013

Llegamos a Guadix...

... para asistir con emoción contenida al acto del 14 de Abril en su cementerio organizado por el Psoe, en compañía de Magdalena, Josefina, familiares y amigos, todo ello gracias a la labor callada, discreta e incansable de Magdalena.

A todos nos emocionó la lectura de la carta de Magdalena a su padre, como merecido homenaje a todos los que allí yacen.

El acto culminó con la colocación de una placa,en la que figuran los nombres de todos los hombres y mujeres que allí se encuentran enterrados, y la intervención de varias autoridades provinciales y locales.

El día fue precioso. Magdalena y Josefina estaban emocionadas y tranquilas acordándose de su padre, de su madre y de sus hermanos.

Carmen, Isabel, Marisa y Rosa.

lunes, 29 de abril de 2013

¡Hola Magdalena!

He querido unirme a toda la gente que, al igual que yo, quiere dedicarte unas palabras.

Pues bien, en un principio éramos conocidas. Nos unía una persona maravillosa y muy importante tanto para ti como para mí. Con el paso del tiempo empezamos a conectar más y más, tanto laboral como sentimentalmente. Y digo bien lo de sentimentalmente, pues hemos vivido pérdidas importantes, y ahí hemos estado.

Bueno, me dejo de tanto sentimentalismo y voy al grano. Me ha hecho una ilusión impresionante lo que has conseguido. Día a día, poco a poco, con mucho tesón sin que nada ni nadie te parase. Y así has logrado el reconocimiento de tantos inocentes caídos, entre ellos tu padre.

Te admiro Magdalena. Igual soy muy pesada, pero cuando nuestro ángel Mercedes me llamó por teléfono (el día 14.04.2013 a las 10.15) y me contó el acto tan emotivo,  yo lo viví como propio y me emocioné. Me alegré como si hubiese sido algo que me había pasado a mí.

Por eso ya quiero terminar, pues me estoy emocionando. Quiero que sepas que allí donde se encuentre tu padre, se sentirá el hombre más feliz del... bueno, de donde esté. Y muy orgulloso de su hija.
Muchos besos.

Alicia Luján.

domingo, 28 de abril de 2013

Hablar sobre mi prima Magdalena...

... es fácil, siempre recordaré las vivencias que tuve desde muy niña en San Isidro de Guadalete, de más mayor en Fuensanta, donde aprendí a montar en "su bicicleta" y finalmente en el pueblo del Chaparral. Ella estuvo de maestra en todos estos lugares.

Más tarde he tenido la oportunidad de ver su comportamiento ejemplar a lo largo de los años, atendiendo a su madre y hermanos hasta el final de sus días. Siempre con la dedicación, tesón y su buen hacer.

Personalmente siempre le agradeceré la atención y el cariño que ha tenido con mi familia.

El esfuerzo y perseverancia de muchos años, le han valido tener el orgullo de ver cómo su padre ha dejado de ser una persona anónima en el cementerio de Guadix, de las muchas que murieron en la guerra civil.

Asistimos emocionados el pasado día 14, aniversario de la 2ª República, al entrañable acto de colocar una placa en el Cementerio con los 146 nombres de los fusilados en aquella época.

Nunca olvidaré la lectura de la carta dirigida a su padre, nos hizo llorar de emoción a todos.

Me siento muy orgullosa de tener una prima tan buena gente y con la que he tenido y tengo la oportunidad y la suerte de compartir muchas cosas de mi vida.

Maribel Gómez.

Carta a Magdalena


Son tantos y tan variados los momentos que he tenido la oportunidad de compartir con Magdalena en las últimas décadas que nos conocemos, que se harían muy extensos los testimonios.

Puedo asegurar que, quizás, el que más pena he sentido de no poder compartir ha sido el de hace unos días en el Cementerio de Guadix. Ya estuve en una ocasión con ella en ese lugar, y sentí mucha pena de ver aquella zona tan abandonada. Ahora gracias a su tenacidad y tesón, así como al trabajo de muchas personas, se ha logrado dignificar el lugar.

Ella decía, con muchísima razón, refiriéndose a su padre allí enterrado junto a 145 personas más, "que no eran seres anónimos, sino que pasaron a la historia como mártires de un ideario que era el de la justicia".

Para mí que en muchísimas ocasiones lo he vivido de cerca, ha sido todo un ejemplo de vitalidad, entrega, dedicación, abnegación y buen hacer. Podría asegurar que ha sido algo insólito, y que en mis muchos años no he visto comportamientos parecidos.

Personalmente nunca olvidaré todas las atenciones que ha tenido conmigo y mi familia, que no han sido pocas.

Lamentablemente... yo sólo "la enseñé a conducir".
De esto hace ya algunas décadas, fue una buenísima alumna y me consta que le ha sacado partido a las clases...


Con mi respeto, mi admiración y el cariño sincero que te tengo,

José Luis Lupiañez.

Querida amiga Magdalena,

Cuando nos conocimos, hace 40 años, fui consciente desde el primer momento que había hecho una amiga para toda la vida.

A lo largo de este tiempo - una vida -, nunca te he dicho, por tu malestar a las alabanzas dirigidas a ti, el respeto y la admiración que siempre has despertado en mi. Tus cualidades personales: honestidad, disciplina, honradez, fidelidad, amiga de tus amigas y lo más difícil, respetuosa con los que no piensan lo mismo que tú, no se aprenden con una mera instrucción.

Conocí a tu madre, señora discreta, sufrida y con alta dosis de sentido común. No conocí a tu padre, aunque siempre ha estado presente en nuestras conversaciones. Pero por mi experiencia como docente sé que una persona como tú tiene que haber sido engendrada por dos buenas personas, tantos valores van en los genes.

El día 14 de abril de 2013, día importante para ti, por estar ausente de Granada no pude acompañarte a Guadix como hubiera sido mi deseo apoyándote a ti y al motivo por el que os reuníais; pero sabes que con el pensamiento te acompañé.

Porque te quiero, me duele que a estas alturas de tu vida sigas luchando tanto por lo que es justo, pero si yo me hubiera visto privada de la compañía, el cuidado y el amor de la persona que más he querido, lucharía por el reconocimiento de su honorabilidad mientras tuviera un aliento de vida.

Desde lo más profundo de mi corazón, estoy a tu lado.

Lucía Fernández Mena.

viernes, 26 de abril de 2013

Conocí a Magdalena...

... en septiembre de 1977. Llegué a Albolote como maestra  y coincidimos en el mismo nivel, le daba inglés a los alumnos de mi tutoría. Mi primera impresión fue de una maestra muy entregada, con las ideas claras y siempre dispuesta a ayudar a los que llegábamos despistados. Pero no fue hasta el mes de mayo en una huelga de maestros, donde empezamos nuestra gran y profunda amistad. Pronto se iniciaron las confidencias, ella hablaba de su padre. Enseguida noté la lucha interior que mantenía entre la formación recibida en el colegio franquista donde se había educado y el ideal republicano por el que murió su padre. Ya había fallecido su tío Manolo, él le dejó una huella profunda, porque se sentía comprendida por él. Le contestaba a sus preguntas, no intentaba convencerla de nada, pero le aconsejaba sobre libros que podían orientarla.

Desde entonces ¡cuántas conversaciones, películas, conferencias, libros, y viajes a Guadix! Me acuerdo de uno muy curioso, fuimos buscando a un señor que había escrito un libro "Mi cesta de mimbre"; él, siendo niño vendía tortas a las personas que hacían cola para entregar la comida a sus familiares que estaban presos en la ermita de San Antón.
Encontramos su casa, pero el señor había muerto hacía una semana. Compró el libro a su mujer y nos fuimos con una pequeña frustración. Le hubiera gustado hablar con él para preguntarle todo lo que sabía de aquellos momentos. Seguramente hubiera conocido a su padre. Leyendo el libro pudo comprobar que las escenas que describe eran las mismas que había contemplado aquella niña de seis años.

Otro momento importante fue cuando apareció la asociación de la Memoria Histórica: ella fue una de las primeras socias. Desde ese momento ya no paró en ese deseo de reivindicar la figura de su padre. No podía aceptar que no estuviera su nombre allí donde estaba enterrado. Ha ido trabajando poco a poco, con mucha paciencia pero sin desalentarse ni un momento. No podía entender que en cuarenta años no la dejaran llorar libremente a su padre y que ahora digan que "querer dignificarlo" es abrir nuevamente las heridas. Entonces, ¿cuándo era el momento de todas estas criaturas? ¿Tenían que pasar a la historia como seres anónimos...? Pero llegó este 14 de abril. En ese acto tan sencillo pero tan digno, donde Magdalena leyendo en público "Carta a mi padre y a todos los que yacen bajo esta tierra que pisamos" nos llegó a lo más hondo de nuestro corazón y fuimos conscientes de que por fin estaba reivindicando la figura de su padre.

En estos últimos días he visto cómo nos paraban algunos conocidos para decirle "te he visto en televisión o en el periódico". Ella contestaba: "Sí, estaba en un homenaje a mi padre". Ha llegado a decir "he reivindicado a mi padre, ya puedo morir tranquila". Pero no. Ella tiene otra meta. Hay que subir aún otro escalón. Hay que luchar por la anulación de las ilegítimas sentencias de los juicios sumarísimos.
Su madre le decía: "eres igual que tu padre". Para ella, el mejor piropo que le hayan dedicado en su vida.

¡GRACIAS por todo lo vivido!

Mercedes Bertos,   26 abril 2013.

jueves, 25 de abril de 2013

De mi prima Magdalena diría...

... que es una persona buenísima, cariñosa, deseosa de ayudar a quien lo necesita y que a pesar de su edad, no para de hacer cosas tanto en lo físico como en lo intelectual. 

Tiene una enorme capacidad para afrontar todo aquello que se propone, y un buen ejemplo fue la culminación, después de un largo proceso, de la colocación de una placa con el nombre de su padre y demás fusilados en la guerra, en el cementerio de Guadix el pasado 14 de abril.

Llevaba bastantes décadas esperando este reconocimiento y fue un acto entrañable para todo.

Maria Luisa Gómez.

domingo, 14 de abril de 2013

CARTA A MI PADRE


… Y a todos los que yacen bajo esta tierra que pisamos



Te hemos tenido presente, aunque en silencio, durante muchos años. Después, cuando hubo un poco de libertad, pero con mucho miedo, nos atrevimos a venir aquí donde te hicieron morir a la fuerza, y aquí te dejamos nuestras primeras flores y te acompañamos por primera vez después de tu muerte, al cabo de cuarenta años.

En el año 1980 ¡cuál fue nuestra sorpresa! cuando vinimos como tantas otras veces y nos encontramos que este lugar había sido dignificado, lo mejor posible, por vuestros compañeros Socialistas. Entre ellos nuestro amigo Manolo Ruiz, que hoy se encuentra entre nosotros. Así se os fue dando la dignidad y el homenaje que os correspondía por ser mártires de la justicia y la libertad, de un pueblo oprimido y avasallado por los más poderosos.

Pero aún, este lugar, era el lugar de los sin nombre. No se sabía que bajo este terreno que hoy pisamos, descansan eternamente a la fuerza,146 personas, como se indica en esa placa. Y que habían sufrido persecución sin piedad, prisión y venganza humillante, a pesar de que tú te habías presentado voluntariamente a los vencedores, con nobleza y valentía, en el mismo lugar donde habías vivido siempre, y donde te conocían. No huiste, no te escondiste, porque lo único que hiciste fue defender dentro de la legalidad a un Gobierno legítimo. No fue lo más inteligente, pero sí lo más noble.

Todavía recuerdo cuando venía con mi madre a la ermita de San Antón, donde estábais presos, a traer la comida porque aquí de eso no se ocupaban. La única manera de hablar con vosotros, era a través de la mirilla de la puerta de la ermita, con dos militares armados a ambos lados. De una en una, iban pasando por la citada mirilla, las personas que venían a visitaros: un minuto solamente porque eran muchas personas, porque muchos eran los que había dentro.

Pero vuestro invento fue genial. Recuerdo a mi madre, esperar a recoger los utensilios de la comida vacíos y alejarnos bastante para que no nos vieran, sentarnos en una piedra del camino, quitarse mi madre una horquilla del pelo, abrirla y meterla por el rodillo hueco de madera del asa de la lechera, para sacar un papelito de fumar donde con lápiz, tu habías escrito libremente lo que querías decirle..Y al día siguiente se hacía igual, pero en dirección contraria. Descubrísteis vuestro e-mail particular en aquellos tiempos. Yo observaba, nada más. No entendía nada, porque nadie te explicaba nada. Era peligroso que los niños dijeran algo. Muy peligroso.

Un día y por una única vez, tuvieron la gran "generosidad" de dejarme entrar en el interior de la ermita para que tú, padre, me vieras. Yo tenía entonces seis años. Vi lo que había allí, pero no pude traducirlo hasta ser mayor: muchos hombres sentados en colchones enrollados de día, para desenrollarlos de noche. Era un espacio oscuro y húmedo, con unos ventanucos casi pegando al techo. Espacios higiénicos, ningunos por supuesto, era una ermita entonces alejada del pueblo. No sé cómo os asearíais y demás. Lugar para andar, ni medio paso entre tanto colchón. Calor en el frío invierno de Guadix, todo bajo cero grados y así durante diez meses, hasta el final, que fue morir.

Hoy, celebramos en vuestro honor y para nuestra tranquilidad que este lugar haya dejado de ser el lugar de los seres anónimos. Gracias a la Ley de Mª Hª y al Partido Socialista de Guadix ( tu partido, por el que diste tu vida, aceptando todos los cargos de responsabilidad y de peligro, que ocasionaron tu muerte).

(Y aquí, detengo un poco el hilo mi carta, y hago una petición desde lo más hondo de mi ser, al Socialismo de hoy y del futuro: Que todos, y principalmente aquellos que ostenten cualquier tipo de poder, recuerden a sus antecesores de partido en aquella época tan amarga, su tremendo sacrificio y el de sus familias, antes de permitir que nadie que no sea un socialista de ideales puros, pueda cometer algún acto éticamente reprochable. A las personas de cierta edad que vivimos aquellos tiempos tan amargos, y estamos contemplando ahora ciertos "hechos", nos indignan estos "hechos" más que a nadie).

Quienes vengan a partir de hoy por aquí, a visitar las bellezas de esta tierra accitana no se irán ignorando que esta tierra da cobijo a 146 criaturas, que dieron su vida por los ideales a que toda persona tiene derecho: libertad, justicia y democracia.

Morísteis sin estar enfermos, en plena juventud, y con plenas facultades, tú, con 35 años. Por lo tanto, érais conscientes de vuestra muerte, y de la situación que nos quedaba, por lo que tengo por cierto, que tus últimos pensamientos fueron para nosotros. No cabe duda, de que tu imaginación rápidamente, nos supondría un futuro muy negro. Y esta amargura, además de la tuya propia, te acompañaría en tus últimos momentos. No sabes ¡cuánto hemos pensado en este momento y llorado, al imaginarnos la situación!

Por eso cuando vengo aquí, siento que contesto a tus interrogantes, en el mismo lugar en el que te los hiciste, en los últimos momentos de tu vida y eso me tranquiliza un poco.

En efecto, fue para nosotros una vida llena de obstáculos, complejos infantiles, juveniles y silencios interminables, porque hablar era muy comprometido y muy peligroso. No éramos los hijos e hijas de unos mártires idealistas, que lo fuimos, sino que nos asignaron ser, los hijos e hijas de unos rojos malvados y antipatriotas.

¡Cuánto proceso mental y psíquico, en nuestro interior, hasta poner cada cosa en su sitio dentro de nuestro ser y cuánto sufrimiento y tiempo nos costó! Así vivimos nuestra infancia y juventud, además de otras cosas, por el hecho de ser los hijos y las hijas de los vencidos.

Pero hoy, vengo a decirte una vez más, que todo pasó. Que aprovechamos el tiempo y las oportunidades que la vida nos brindó en la medida de nuestras capacidades. Y podemos decirte que nos fue bien, a cada uno en lo nuestro. Y además, aunque tardamos mucho, pero al fin,logramos vivir en un país democrático, por el que vosotros luchásteis y perdísteis vuestra vida.

Y gracias a eso,hoy me atrevo a hablar en público de este tema, que para mí siempre fue tabú. Hoy me siento liberada y en paz contigo y con todos vosotros, por ideas que nos enseñaron a creer y que después deduje que eran totalmente injustas y malévolas.

Que esta tierra que os ha acogido desde hace 73 años nada más y nada menos, hasta llegar a este momento que tanto se ha deseado, sea sagrada y eternamente reconocida, como lugar de descanso en paz de los que entregaron su vida sin esperanzas de nada. Eso pedimos y eso deseamos para siempre. Y gracias a todos los que han contribuido a que vivamos hoy, este momento de liberación. Vuestros hijos e hijas.

Magdalena Ordóñez, 14 de abril de 2013.