Cuando nos conocimos, hace 40 años, fui consciente desde el primer momento que había hecho una amiga para toda la vida.
A lo largo de este tiempo - una vida -, nunca te he dicho, por tu malestar a las alabanzas dirigidas a ti, el respeto y la admiración que siempre has despertado en mi. Tus cualidades personales: honestidad, disciplina, honradez, fidelidad, amiga de tus amigas y lo más difícil, respetuosa con los que no piensan lo mismo que tú, no se aprenden con una mera instrucción.
Conocí a tu madre, señora discreta, sufrida y con alta dosis de sentido común. No conocí a tu padre, aunque siempre ha estado presente en nuestras conversaciones. Pero por mi experiencia como docente sé que una persona como tú tiene que haber sido engendrada por dos buenas personas, tantos valores van en los genes.
El día 14 de abril de 2013, día importante para ti, por estar ausente de Granada no pude acompañarte a Guadix como hubiera sido mi deseo apoyándote a ti y al motivo por el que os reuníais; pero sabes que con el pensamiento te acompañé.
Porque te quiero, me duele que a estas alturas de tu vida sigas luchando tanto por lo que es justo, pero si yo me hubiera visto privada de la compañía, el cuidado y el amor de la persona que más he querido, lucharía por el reconocimiento de su honorabilidad mientras tuviera un aliento de vida.
Desde lo más profundo de mi corazón, estoy a tu lado.
Lucía Fernández Mena.
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