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domingo, 28 de abril de 2013

Carta a Magdalena


Son tantos y tan variados los momentos que he tenido la oportunidad de compartir con Magdalena en las últimas décadas que nos conocemos, que se harían muy extensos los testimonios.

Puedo asegurar que, quizás, el que más pena he sentido de no poder compartir ha sido el de hace unos días en el Cementerio de Guadix. Ya estuve en una ocasión con ella en ese lugar, y sentí mucha pena de ver aquella zona tan abandonada. Ahora gracias a su tenacidad y tesón, así como al trabajo de muchas personas, se ha logrado dignificar el lugar.

Ella decía, con muchísima razón, refiriéndose a su padre allí enterrado junto a 145 personas más, "que no eran seres anónimos, sino que pasaron a la historia como mártires de un ideario que era el de la justicia".

Para mí que en muchísimas ocasiones lo he vivido de cerca, ha sido todo un ejemplo de vitalidad, entrega, dedicación, abnegación y buen hacer. Podría asegurar que ha sido algo insólito, y que en mis muchos años no he visto comportamientos parecidos.

Personalmente nunca olvidaré todas las atenciones que ha tenido conmigo y mi familia, que no han sido pocas.

Lamentablemente... yo sólo "la enseñé a conducir".
De esto hace ya algunas décadas, fue una buenísima alumna y me consta que le ha sacado partido a las clases...


Con mi respeto, mi admiración y el cariño sincero que te tengo,

José Luis Lupiañez.

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